La postulación del ministro de Transformación Digital y Función Pública, Óscar López, como futuro líder del PSOE madrileño y candidato a la presidencia de la comunidad, prevista para mañana en acto público de partido, es poner más viento en las velas de Díaz Ayuso. Supone aceptar el marco de confrontación propuesto por la actual presidenta de dicha comunidad.

Un singular campo de batalla donde una presidencia regional rivaliza con el Gobierno de la nación. Magnitudes heterogéneas que generan un pulso muy desigual. Y, dicho sea de paso, añaden un elemento tan deformante de la política española como el de los espejos de Valle-Inclán.

A la espera de un improbable candidato alternativo en las primarias internas de la Federación Socialista Madrileña, cuyo proceso controlado por una gestora se abre este sábado (congreso regional convocado para los días 1 y 2 de febrero próximo), parece que ha nacido un nuevo anti-Ayuso para enfrentarse a la misma anti-Sánchez. Se entiende por la parte de la presidenta madrileña, que ha alcanzado el estrellato gracias a la deformación del juego. Pero no se entiende que el Gobierno central entre al trapo, hasta el punto de cancelar a uno de los suyos, Juan Lobato, porque no embestía lo suficiente.

Ayuso, feliz. Está sobradamente entrenada. Pista para la artista, consciente de su papel referencial como azote de Sánchez. Encantada de enfrentarse a un “pata negra” del sanchismo en la más dura de sus versiones, la de los conversos, pues bien sabemos que Óscar López es un sanchista sobrevenido, no fundacional. Por no hablar del nubarrón judicial que puede descargar en cualquier momento sobre él por un presunto delito de revelación de secretos en calidad de cómplice o encubridor.

No se entiende que el Gobierno entre al trapo, hasta el punto de cancelar a uno de los suyos, Juan Lobato, porque no embestía lo........

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