Al calor de una balita de gas
La llama puede que no encienda más a los 21 días, los dos o los seis meses de instalada la balita, y ahí empieza la odisea de quienes consumimos gas licuado en Artemisa.
Primero lograr estar en una lista (que no tiene horario ni día de la semana para ser conformada); después chequearla hasta obtener el preticket, mantenerte en vela en función de conocer cuándo termine la lista anterior, y volver, volver, y volver hasta tener el ticket “oficial”.
Ese proceso, que no tiene límites de tiempo ni lo asume un trabajador de la Empresa Cubana de Petróleo (Cupet) , depende, no solo de la entrada de los cilindros, sino también de otros clientes, que no están en la secuencia de números de tu lista, pero restan balitas a la cantidad a despachar, y también tiempo.
Entre ellos, los estibadores, muchos que fungen como mensajeros al mismo tiempo y tienen el derecho de comprar cuatro balitas cada uno y cada día, apenas abra el punto. Muchos que además, por exigencias lógicas de seguridad y protección del trabajo, tampoco son asalariados de Cupet, sin embargo trabajan allí.
Son priorizados entre los inscritos en la lista quienes tienen alguna discapacidad auditiva, motora, o visual, además de los encamados, aquellos padres o familiares de menores del Proyecto Paloma, y de niños con Parálisis Infantil Cerebral, casos vulnerables, personas operadas, embarazadas, o con otra situación........
© El Artemiseño
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