La anécdota entre Alfonso XIII y el alumno cadete
En aquellos tiempos, lejanos ya, en los que la Corte se desplaza al Real Sitio de San Ildefonso a disfrutar de su particular verano, corto, pero espléndido de actividades, la vida cotidiana del lugar era muy diferente. Marqueses, marquesas; condes, condesas; duquesas, ‘duqueses’ e hijosdalgo de todos ellos, militares, políticos, escritores, dramaturgos… pululaban por el recinto cortesano creando un ambiente diferente –muy diferente-, al que se vivía entre los límites de Palacio y los de ‘pa’ fuera.
‘Ya todo aquello pasó…’ el lugar, su ayuntamiento, sus habitantes, ganó –ganaron- terreno físico y perdieron, si es que las perdieron, fiestas palaciegas, circular de coches de caballos –ahora los caballos van dentro de otros coches-, cuarteles, comercio, visitas de ‘gente importante’… pero, el Real Sitio continúa siendo un Sitio Real. Lugar para pasear, para ver, recorrer y extasiarse con la belleza de sus jardines, de las calles de ‘afuera’, acabar tomando una copa y dormir con la tranquilidad que da el despertar de un nuevo día y ver desde el balcón todo lo que ofrece un Real Sitio, el de La Granja de San Ildefonso.
¡Basta ya! Hasta aquí llego, pues si continúo por ese camino puede que el hermano sacristán me corrija en latín, y ante esa posibilidad he decidido dar la vuelta por el otro lado y contar algunas anécdotas, sucedidos y cuestiones menores ocurridas a lo largo de un verano en el Real Sitio con la presencia de los reyes. En este caso los que ocupaban palacio era el matrimonio formado por Alfonso XIII (1) y la inglesa Victoria Eugenia de Battemberg.
Había........
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