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Luis Ruano: “Segovia es una ciudad que todavía está poco explotada salvo en sectores como el turismo”

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02.06.2024

El próximo 13 de junio se celebra la ceremonia de entrega de los premios FES de 2024 ¿Qué supone para usted recibir el galardón José María Antona?
—Una gran ilusión y una enorme responsabilidad porque es un reconocimiento que hacen los propios empresarios segovianos.

A sus 80 años sigue trabajando.
— Sí. Abro la fábrica todos los días. Tengo menos fuerzas, pero sigo con ilusión. Me gusta el trabajo. Me habría retirado hace cuatro años, pero dolorosamente tuve que reincorporarme por la muerte de mi hijo. Tenemos un equipo muy preparado, que me supera en muchas cosas, pero sigo yendo allí, aunque sea a incordiar, porque me enfado mucho… tengo un carácter muy complicado.

¿Cuál ha sido la trayectoria de su vida en pocas palabras?
— Nací en Gomezserracín, y luego la familia se trasladó a Segovia a vivir a la antigua colonia de Pascual Marín, hoy barrio de La Albuera. Allí tuve que ayudar a mi padre, que era un humilde funcionario de prisiones, para construirnos la casa. Cuando comencé a trabajar me fui a Asturias para poner en marcha mi primer proyecto empresarial porque yo tenía claro que no quería trabajar para otros. Junto a otro empresario creamos la Compañía Auxiliar de la Construcción. Trabajábamos sábados y domingo para fabricar losetas de hormigón. Luego me vine a Madrid, donde localicé a un gran amigo, Francisco Escorial. Juntos fuimos a ver a un jefe de Dragados y Construcciones, que nos dijo que el tema de los hormigones tenía futuro. Así que decidimos venir a Segovia y compramos una parcela en el polígono de Hontoria que entonces se estaba desarrollando. Fue hace 32 años. Desde entonces, la empresa sigue funcionando.

¿Cómo ha sido la evolución de esta empresa en cuanto a plantilla y a facturación?
— Cuando comenzamos éramos cinco trabajadores, incluyéndome a mi. A día de hoy somos entre 95 y 100, incluyendo los de Vemsa, otra empresa que tenemos en Aranda de Duero (Burgos). Sobre la facturación, creo que rondan los ocho o nueve millones de euros. Pero es algo que varía mucho porque trabajamos con moldes y, al ser variables, requieren un espacio que limita la producción masiva de prefabricados. Hasta que no terminamos con unos moldes no podemos incorporar otros. Y depende del tamaño que tengan esos moldes. Por eso hay fachadas que valen 110 euros el metro cuadrado, y otras de más de 400 euros. Nosotros diseñamos ‘trajes a medida'. Nuestra producción se realiza por encargo. No desarrollamos sistemas constructivos seriados, sino adaptados a la idea y exigencia del proyectista.

La evolución de su empresa ha sido de crecimiento continuo ¿Cómo fue para empezar a trabajar también en el exterior?
— Fue porque mi hijo estaba en Perú y pensó en la posibilidad de instalar allí una empresa similar a la de Segovia. Yo, claro, confié en él ciegamente. La empresa lleva trabajando desde 2012. Al estar él allí, para mí era comodísimo. Se llama Brihorqui.

¿Continúa funcionando la empresa?
— Sí. Ahora funciona poco porque está lejos de Lima y de otras ciudades grandes. Allí las distancias son enormes y, en consecuencia, el transporte es caro. Estamos construyendo una serie de viviendas sociales o de primera necesidad para gente con pocos........

© El Adelantado


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