Cascada de errores
Los errores se acaban pagando. Le puede ocurrir a la vicepresidenta Montero por irritar a ERC con una atropellada interpretación sobre el acuerdo financiero para investir a Illa. Tampoco los Mossos se librarán de las garras siempre ávidas del juez Llarena con el independentismo rebelde, una vez reconocidos, por fin, sus flagrantes errores que facilitaron la cómoda fuga de Puigdemont. Peor suerte, a su vez, para quienes pidan acogerse en su trabajo a los presuntos beneficios (?) de conciliación porque podrían ser despedidos en otra falla descomunal del Ministerio de Igualdad. Pero nada comparable con el hiriente desatino inhumano que desprende esa abominable y rastrera pelea entre Gobierno y PP en materia de migración. Y por el medio, se siguen colando las ratas tuiteras alentadoras del odio xenófobo en un vergonzoso espectáculo que retrata un paupérrimo nivel ético y no solo desde el vil anonimato.
La ministra Montero no siente el escalofrío propio del ridículo. Por eso cambia fácilmente de opinión sin ruborizarse. Una elástica capacidad camaleónica, posiblemente aprendida de su maestro y presidente. Ahora bien, tampoco esta proverbial soltura la exime........
© Deia
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