Defender la singularidad nacional vasca
1. En los últimos años, hemos convertido el derecho a decidir en el eje vertebrador de nuestro desarrollo nacional. Sin embargo, ese derecho a decidir -entendido como lo hace Jaume López, uno de sus divulgadores más elocuentes- se formula como una nueva versión del café para todos, casi tan desnacionalizadora como las anteriores. Cierto que de esa retórica universalista pueden abrirse opciones de autogobierno democrático, pero también efectos indeseados, como que las singularidades de los pueblos con historicidad puedan acabar diluidas bajo un decisionismo sin sentido nacional.
Sin duda, el hecho de acogerse a una legitimidad histórica al margen de lo que exprese la voluntad popular no tendría encaje en un proceso democrático. Pero, el mero ejercicio del decidir sin la perspectiva de la continuidad nacional podría resultar en una acción caprichosa, sin arraigo ni rumbo, sin respeto hacia el pasado ni responsabilidad ante el futuro, que otorgaría carta blanca a la difuminación de nuestra singularidad como comunidad nacional.
2. Desde el desencadenamiento del proces, nuestra cuestión nacional vivió sumergida en una evolución mimética de lo catalán, mero reflejo de tiempos y situaciones que no se ajustaban a la realidad vasca. A partir de la explosión del reñidero español, no se ha podido evitar un importante deslizamiento de la política vasca hacia Madrid. Al margen de que la conversación pública vasca se haya impregnado de expresiones importadas de aquel escenario, se ha producido también un cierto desplazamiento del foco de las expectativas políticas.
No son pocos los que piensan ahora que la polarización creciente en España abre unas condiciones de contexto favorables para una transición plurinacional en el Estado que permitiría dar respuesta a nuestras aspiraciones nacionales. Desde nuestra experiencia histórica, sin embargo, deberíamos preguntarnos por las posibilidades reales que, para nuestro porvenir como pueblo, podría abrir su........
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