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Historia de la extrema derecha francesa: el espectro del populismo

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25.06.2024

Está lejos de ser una fuerza nueva o de súbitos liderazgos disruptivos: «La extrema derecha francesa contemporánea hunde sus raíces ideológicas en una larga tradición intelectual antilustrada, en la experiencia colonial en Argelia y en la lucha violenta de la OAS contra la independencia argelina», describe en este análisis histórico para CIPER un profesor de Filosofía Política. Quienes son hoy sus principales figuras (Marine Le Pen, Éric Zemmour, Marion Maréchal, Vincent Bolloré, entre otras) han sabido moderar sus tendencias antieuropeas y contra los inmigrantes, adaptando conceptos empáticos con las clases trabajadoras, tales como «diferencialismo cultural», «preferencia nacional» y «racismo antifrancés».

En uno de los inicios más célebres de un escrito político, K. Marx y F. Engels recurren en su Manifiesto del Partido Comunista a la imagen de la fantasmagoría para representar el pavor reaccionario frente a la emergencia de un desafío ideológico que buscaba la rebelión contra la realidad —muchas veces encubierta— de las relaciones económicas. Ahí está la célebre frase: «Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo».

De forma inversa, pareciera que presenciamos un nuevo espectro sobre las democracias de Occidente: el populismo de derecha. Desde la progresista Holanda, pasando por la patria de Abraham Lincoln, hasta la peronista Argentina, surgiría una corriente que promueve valores tradicionales y clivajes identitarios, en una lógica del pueblo contra el establishment. La explicación general estaría en el manejo de las redes sociales y la explotación del miedo, sumado a un hábil manejo de recetas simplistas. Sin embargo, esta interpretación asume que las condiciones institucionales y culturales de las democracias liberales de las últimas décadas serían algo así como el estado natural de esas sociedades, mientras que el populismo de derecha sería una fuerza disruptiva respecto de esa normalidad.

Existen buenas razones para considerar que, en muchos casos, el alza de las ideas extremas no es nada nuevo, sino el reflotar o la consolidación de una antigua cultura política que ha sobrevivido por años, y que solo el éxito de las experiencias económicas de posguerra pudo hacer pensar a algunos habían extinguido. Un buen ejemplo de esto es el caso francés. ¿Cuáles son esas raíces de la extrema derecha francesa que se encuentra a las puertas del poder?

Los movimientos de extrema derecha europeos tienen sus orígenes en guerras culturales; en el caso francés, esta característica es aún más evidente. Lo anterior se explica porque sus orígenes se remontan a disputas intelectuales que buscaban una regeneración valórica de una sociedad que era percibida en decadencia.

La pugna entre Antiguos y Modernos [STERNHELL 2010] marcará la identificación de los primeros como los defensores de un orden humanista de corte aristocrático; y la de los segundos, como los promotores del racionalismo, la autonomía individual, la ruptura con el pasado y el criticismo de la religión, instituciones y valores sociales tradicionales. Posteriormente, la evolución de la Ilustración y sus efectos culturales será juzgada negativamente por ciertos círculos desde fines del siglo XIX, en línea con lo que Nietzsche y Le Bon describirán como una sociedad de masas y multitudes, un humano moldeado como rebaño. Solo una elite sería capaz de romper con ese destino.

La vertiente cultural reaccionaria del primer cuarto del siglo XX, no fue solo artística y literaria, sino que una revolución intelectual amplia: la biología darwiniana, la filosofía bergsoniana, la interpretación de la historia de Ernest Renan e Hippolyte Taine, la psicología social de Le Bon y la sociología política de Pareto, Gaetano Mosca y Michels, se opusieron a las premisas básicas del liberalismo y la democracia [STERNHELL 1996]. Así, surgirá un pensamiento protofascista francés que reivindicará lo «espiritual», como sinónimo de un conservadurismo autoritario, la virilidad masculina, la supervivencia del más apto, la movilización social ascendente de las élites naturales, la jerarquía social, el respeto a los superiores y la disciplina militar [SOUCY 1995]. El politólogo y economista francés Bertrand de Jouvenel, en su obra El despertar de Europa (1938), elogió el fascismo como una fusión de la autoridad temporal y........

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