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Más hambre que esperanza

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28.07.2024

Más de 730 millones de personas sufren hambre en el mundo. Un 36% más que diez años atrás. El mundo retrocedió quince años, con niveles de desnutrición actuales comparables a los de 2008-2009. Los objetivos para mejorar la situación programados hasta el 2030 parecen ya inalcanzables. Para contrarrestar esta tendencia negativa el presidente brasilero Lula da Silva acaba de anunciar la creación de la Alianza Mundial contra el Hambre y la Pobreza.

Situación mundial preocupante

Un agravante adicional: a fines del año pasado, a 2.800 millones de personas --casi una cada tres a nivel planetario-- les fue imposible lograr una dieta sana. Son seres humanos penalizados por ingresos excesivamente bajos o, bien, confrontados con una insuficiente protección social de parte de los Estados. De ellos, más de 864 millones, experimentaron inseguridad alimentaria grave, pasando a veces un día entero o más sin comer.

Esta compleja realidad planetaria se describe lúcidamente en el Informe anual sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI 2024, por sus siglas en inglés), publicado el último miércoles de julio en el marco de una reunión ministerial del G20 en Río de Janeiro. Elaborado conjuntamente por cinco agencias de Naciones Unidas [la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Organización Mundial de la Salud, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola y el Programa Mundial de Alimentos] y bajo el ojo rector de la FAO, el informe enumera las causas estructurales y los factores determinantes de este flagelo: crisis económicas, conflictos bélicos y el impacto negativo del cambio climático, que en 2023 representó el principal factor que conspiró contra la seguridad alimentaria y la malnutrición. (https://openknowledge.fao.org/items/a64a8a14-7b05-40a0-a978-25deffdf4cf7).

Estos tres factores determinantes coinciden, inevitablemente, con elementos subyacentes, como dietas sanas inasequibles, entornos alimentarios insalubres y una desigualdad persistente. El panorama del hambre, concluye el Informe, se ve agravado por el impacto directo de "la persistente inflación de los precios de los alimentos, que sigue erosionando los beneficios económicos de una gran cantidad de personas en muchos países".

El Informe además puntualiza que los niveles de hambre siguen siendo catastróficamente altos por tercer año consecutivo tras un fuerte aumento entre 2019 y 2021. De mantenerse esta tendencia, la comunidad internacional no logrará alcanzar ninguno de los siete Objetivos Mundiales para la nutrición proyectados para 2030. En otras palabras: habrá que continuar esperando y esperando hasta asegurar un mundo sin hambre.

Los niveles de hambre no han sido regionalmente uniformes: aumentó en África, no varió esencialmente en Asia y disminuyó en América........

© Aporrea


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