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Música del alma para no llorar

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16.12.2023

El propósito de la ficción parecería ser poblar la memoria de símbolos perdurables.

Hace años enciendo el televisor y aparece Vanessa Redgrave rapada al estilo Juana de Arco en la Hoguera, en una película de la cual sólo llego a conocer el guionista -Arthur Miller- y el título en castellano: Música del alma para no llorar. Se trata de Playing for Time, dirigida en 1989 por Daniel Mann (https://es.wikipedia.org/wiki/Playing_for_Time_(película). El guión de Arthur Miller está basado en las memorias de Fania Fenelon, quien participó en una banda de música de prisioneras en el campo de exterminio de Auschwitz. Los horrendos dilemas que expone son entonces más que reales. Ha surgido controversia sobre el papel que las referidas memorias asignan a algunas de las reclusas. No todos los condenados recuerdan el mismo Infierno. Estamos ante un caso de conciencia: algo que nos concierne, como actores o espectadores.

El guión procede con la lógica de un teorema. La Música del Alma debe tocarla una banda de prisioneras en un campo de exterminio. Con ello todos salen ganando. Las intérpretes, porque escapan de la cámara de gas. Los verdugos, porque tranquilizan a los condenados, obtienen mejor rendimiento del trabajo forzado y aparecen como protectores de la cultura. Las víctimas, porque acaso se engañan creyendo que marchan hacia una feria y no hacia la ejecución.

Advirtamos que las intérpretes de la Música del Alma no deben quejarse. Una astuta política cultural las ha rodeado de privilegios. No sólo han escapado de morir: también de cavar........

© Aporrea


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