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Ignorantes sin estado de derecho sin justicia ni defensa (II)

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15.07.2024

Desde que hay memoria y se ha refrendado a través de la historia y su historiografía, no queda nada oculto bajo el sol Invictus, dicho sin pelos en la lengua. Rechazar lo que hace el Estado a favor de individualidades y en contra de colectivos organizados, dice mucho de cómo están las cosas al día de hoy, preocupante cuando los rebullones anuncian en torbellino que la cosa está encaratada. Calificar de delitos lo que no lo es y hacer pasar por malo lo que es bueno y viceversa es lo que estamos presenciando al final de los tiempos de lo que está por morir y en consecuencia debe nacer, si es que sea posible antes de la hecatombe que anuncia y amenaza con el fin de la propia especie humana. Será que hay alguien que se beneficiará de todo esto, quienes son, de dónde vienen, dónde están. Alguien lo sabe, estamos conscientes de lo que está aconteciendo en la sociedad global de cara al 2030. Porque es lo que hay y la ausencia del supuesto del derecho, privando la del hecho, y con razón lo lógico y civilizado sería por sensatez, que el óbice se colocara en lo obvio y en Venezuela por lo menos en el mundo ponderado, se respetara el debido proceso y la tolerancia se manifestara en equilibrio y concordia, para vivir en armonía.

Muy bien dicho, es bueno y sensato aclararlo, pero sabemos que la realidad es otra cosa, pero siendo todo, en ella nos hallamos inmersos, flotando, sumergidos o nadando a contracorriente, cuando no, dejándonos arrastrar por lo material, priorizado frente a lo espiritual. La verdad es que más allá de las apariencias, las oportunidades las pintan calva y sin peluca. Y ya que nos dirigimos en dirección al futuro, pero mirando hacia el pasado, es decir dándole la espalda al porvenir, de este modo se pretende concebir el presente, preparando, organizando, disponiendo, combinando, lo que se expone en tanto y en cuanto nos encontramos contenidos en el capullo como la pupa. Acaso no somos quienes le otorgamos el poder y consentimos en la posibilidad de hacer y renovar toda metamorfosis, esa caprichosa naturaleza en la que medramos todos los seres vivos, pero somos espíritu, tierra viviente, creamos porque creemos y transformamos desde el azar, con desenfreno por la finitud otorgada, en esa simbiosis que compite por la existencia darwiniana del más apto, que se traduce en el más fuerte, para alcanzar el estadio en la supervivencia de la especie, simples avatares de la materia puesta en evidencia como cosificación, deshumanizando la esencia del ser de la persona, del yo soy, renovándose mientras perdura e interviene en el mundo, en el universo, en el........

© Aporrea


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