¿No se habla de cuerpos ajenos? El preocupante regreso de la delgadez extrema
Durante años la frase “No se habla de cuerpos ajenos” fue una forma de resistencia y autocuidado que buscaba frenar la vigilancia permanente sobre los cuerpos que históricamente han sido expuestos al juicio público. ¿Pero esto ha cambiado?
Esta fue una consigna necesaria en un mundo que convirtió los cuerpos en un territorio de opinión, sin embargo, en el presente parece que esa misma defensa ha empezado a usarse para evitar hablar de problemáticas estructurales. Te contamos más.
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Aunque cada cuerpo es un mundo, en cierto punto deja de ser algo individual y se convierte en una construcción social, por esto no es raro que cuando ciertos cuerpos tiene representación en pantallas, películas, y portadas empiezan a ser más vistos y a convertirse en el canon de belleza.
En los últimos meses, hemos visto a varias celebridades bajar de peso de forma notoria, y más allá de sus elecciones personales, el fenómeno resulta significativo por su reiteración: la extrema delgadez vuelve a concentrar visibilidad, prestigio y deseo.
Y esto no es casualidad, este canon de belleza ha regresado de la mano de los pantalones de tiro bajo, los tops cortos y uno de los imaginarios más dañinos: el heroin chic, una estética que convirtió la fragilidad, el desgaste y la extrema delgadez en símbolos de sofisticación.
Para muchas mujeres que crecieron en ese período, ese canon no fue una simple tendencia, sino un régimen de control que dejó huellas profundas en la relación con el cuerpo, la comida y la autoestima.
Durante la última década, los feminismos y los movimientos por la diversidad corporal lograron ampliar el campo de lo representable, de esta manera cuerpos que históricamente habían sido excluidos comenzaron a ocupar espacios en la moda, los medios y la cultura pop. Sin embargo, ese avance convive hoy con un retroceso evidente.
Las pasarelas recientes muestran una presencia mínima de cuerpos de talla media y grande.
La moda vuelve a privilegiar una silueta extremadamente delgada, mientras que en redes sociales resurgen narrativas que romantizan la pérdida de peso y la disciplina extrema del cuerpo, por algo hace algunos meses también vimos como se popularizó el Ozempic.
El auge de medicamentos para adelgazar y un contexto global de valores conservadores refuerzan esta lógica: el cuerpo vuelve a ser un proyecto a corregir.
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Y bueno, hasta aquí podrás pensar que tiene que ver esto con la consigna de que “no se habla de cuerpos ajenos”. A veces se usa para evitar conversaciones incómodas. El problema no es que existan cuerpos delgados, sino que vuelvan a imponerse como el modelo a seguir, como si fueran la única opción válida, natural o deseable.
Vista desde una mirada de género, esta exigencia no es nueva. El cuerpo de las mujeres sigue siendo un espacio lleno de reglas y controles.
Entonces, la delgadez extrema no es solo una moda o una cuestión estética: es una forma de presión que reaparece en ciertos momentos sociales y político, y cuando el ideal de cuerpo se vuelve cada vez más estrecho, también se reduce la posibilidad de habitar el propio cuerpo sin culpa, y aquí vale la pena cuestionarnos si si debemos a empezar a hablar de estos temas.
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