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Pedid lo imposible

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06.11.2024

Cuenta Jesús Bastante en su espléndida novela Cisma (publicada en 2008 por Ediciones B) que en 1521 pudo producirse una trascendental reunión en la ciudad alemana de Worms. Iban a verse dos personas. Una de ellas era Martín Lutero, monje agustino de 47 años, de carácter muy difícil y orgulloso. El otro era apenas un muchacho de 21: Carlos de Habsburgo, pero era el rey de España y el año anterior, 1520, había sido elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico con el nombre de Carlos V. A esa edad, Carlos ya había dejado de ser el cretino presuntuoso que pisó España por primera vez a los 17 años y era un joven mucho más maduro de lo que podría esperarse por su edad.

El objetivo de aquella reunión era detener la reforma protestante, un cisma que había de destruir la unidad del cristianismo en Europa… y también la unidad del imperio. Al menos eso era lo que pretendían los seguidores de Lutero, aquel hombre que se creía iluminado por Dios.

Lo curioso es que, según Jesús Bastante, ambos estaban de acuerdo en lo fundamental. Aquello se podría haber parado si los partidarios de uno y de otro les hubiesen hecho caso. Pero no fue así. Los príncipes alemanes que seguían (o decían seguir) a Lutero estaban determinados a librarse de Roma y de la obediencia al emperador, dijera Lutero lo que dijese. Se trataba de una cuestión política y económica mucho más que religiosa. Y los partidarios del emperador, que podríamos simbolizar en el tremendo Mercurino Gattinara, querían la guerra. ¿Para vencer al protestantismo? No, para acabar con el poder de los príncipes protestantes. También se trataba de política y de dinero.

Si aquella reunión llegó a producirse, está claro que fracasó. No por la voluntad de los dos líderes, que seguramente querían llegar a un entendimiento, sino por la irresistible presión de los partidarios de cada uno de los dos. El acuerdo era, sencillamente, imposible.........

© Vozpópuli


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