El mentirosito
Se lo inventó, así de claro. El muy golfo. Ni agresión en grupo, ni ocho encapuchados disfrazados de Ku Klux Klan, ni martirio en un portal, ni insultos, ni vejaciones, ni banda latina ni leches. Era todo mentira. El mierdín este le estaba poniendo los cuernos a su novio con otro tipo. Es el argumento de comedia más viejo del mundo. Un calentón, vamos. Un calentón que se les fue de las manos, porque al mierdín acabaron grabándole la palabra maricón en el culillo: es para preguntarse qué se habrían tomado, de qué irían puestos, porque ninguna persona en su sano juicio hace tal cosa. Eso dando por supuesto que a los veinte años, y con todas las hormonas en posición de presenten armas, alguien tenga sano juicio. Admitamos que se han dado casos.
Pero el crío –porque es un crío–, cuando se le fueron pasando los furores, se dio cuenta de que no quería perder a su novio por un polvete que cabría calificar de demasiado imaginativo. ¿Y qué hizo? Pues está claro: mentir. Se inventó una historia truculenta de agresiones en un portal, de encapuchados y de insultos y de navajas; una historia construida con trozos de agresiones auténticas que todos conocemos y que él habrá visto en la tele o en internet. El problema es que la historia le salió demasiado truculenta. Este “pequeño Nicolás” del ligoteo, como lo llama con amarga ironía mi amigo Kiko, se montó una peli que ni las de Tarantino. Y encima se equivocó de hora: esas tremebundias se cometen por la noche, chiquitín, no a plena luz del día y en mitad del barrio de Malasaña, que no es........
© Vozpópuli
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