Enredados en el laberinto catalán
De tanto estirar la cuerda alrededor de su discurso ahora no tienen manera de desenredarla. Ni pacificación, ni reconciliaciones, ni pases de página. Bastó que Puigdemont, cual hombrecillo repelente, les recordara las 6 humillaciones sucesivas a las que sometió a Pedro Sánchez para que de pronto, quien tuviera oídos para oír, se quedara con la sensación de que el Presidente arrogante estaba convertido en un ansioso yonki; necesitaba la dosis de poder que sólo el traficante podía suministrarle. La presentación electoral de Carles Puigdemont en Elna -un punto de la Francia rancia y residual de los Pirineos Orientales que manejan los Insumisos- es un documento excepcional para meterse en el laberinto.
De tan hechos como estamos a las singularidades políticas no sorprende ya que un alegato tan elaborado como el de Puigdemont en Elna haya pasado de refilón con apenas unas líneas de citas inconexas. Que el aparato mediático Moncloa-Ferraz no se diera por aludido se entiende, pero que la oposición conservadora hiciera lo mismo es una prueba de que su escaso talento político lo invierten en defenderse, a la espera de que las estrategias sean como las manzanas que un día se caen de puro marchitarse. ¿No tienen traductores de catalán en la sede de Génova para leer con detenimiento el mitin de Puigdemont del pasado 21 de marzo? Les daría más munición de la que necesitan y les quitaría de encima la costra de décadas de incompetencia y tontuna.
Nadie parece tener interés en describir la batalla catalana de los Fernández, que son tres. La derecha conservadora........
© Vozpópuli
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