Imaginen que les proponen este negocio: un millón de dólares por volverse gay o lesbiana.

Personalmente, me encantaría. Imagino una vida donde por fin soy millonaria pese a haber estudiado literatura y, de ñapa, no tengo que pelear con nadie para que por favor, por lo más que quiera, baje la tapa del inodoro.

Para reclamar mi tan anhelado millón podría salir con una mujer e incluso convivir con ella, pero sé que estaría fingiendo pues nada de eso cambiaría mi atracción hacia los hombres.

Esta historia nos muestra que cuando de........

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