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El valor de la vida
Su llegada sacaba de la cama a la prole de mi casa. Queríamos verla “apearse” de la yegua que competía en edad con su dueña: Bulica, una mujer llena de arrugas, de sonrisa de sol, que viajaba a lomo de aquel animal
con un serón para llevarles a los hijos de su joven prima, torrejas de naranjas, pinol, casquitos de guayaba, coquitos, boniatos y plátanos maduros asados.
De Mulas, cafetal pegadito a la Sierra de Nipe, hasta Cañada Seca era su recorrido. Supe después, por mis lecturas de adolescente, que tal vez el Cuentero Mayor, Onelio Jorge Cardoso, pudo tomar su vida como fuente de inspiración para el famoso cuento de Francisca y la........
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