Espacios que curan: la neurociencia aplicada al diseño de interiores
La labor de un diseñador consiste en solucionar problemas: contemplar, examinar e investigar, desvelar, acotar una posibilidad o necesidad y resolverla. En definitiva, tiene la tarea principal de transformar aquello que nos rodea. En el caso del diseñador de interiores, su labor se centra en idear o transformar el espacio en el que nos sumergimos y en el que interactuamos la mayor parte de nuestro tiempo.
El diseño, hasta hace poco, se ha centrado en la funcionalidad estética. Si el diseñador tomaba decisiones más o menos acertadas, era una cuestión de intuición, gusto, estilo o preferencia. Pero ¿qué pasaría si el diseñador pudiera interpretar nuestro subconsciente acerca de cómo nos hace sentir un espacio?, ¿y si pudiera diseñar un espacio en función de emociones o percepciones de las que ni nosotros mismos somos conscientes o podemos verbalizar?
Esto es precisamente lo que hace la neurociencia aplicada al diseño de interiores. El diseñador hackea nuestro cerebro para extraer e interpretar unas biométricas que le den información sobre en qué espacios nos sentimos más seguros, cuáles nos aportan más placer, dónde podemos concentrarnos mejor, etc.
Una mejor comprensión de lo que ocurre en nuestro cerebro, especialmente a un nivel inconsciente, puede promover el diseño de espacios que impacten de manera beneficiosa en nuestra vida. Aspectos como la comprensión del instinto de supervivencia, las emociones o la plasticidad cerebral hacen de esta aplicación de la neurociencia al diseño interior una........
© The Conversation
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