En las películas del director de cine español Carlos Saura, la creación artística puede suponer un proceso de reencuentro entre almas gemelas. El hombre se encuentra en una continua búsqueda, y Saura traslada esta idea a su obra de una forma natural, donde la mujer, pero no cualquier mujer, puede ser esa alma gemela.

Estudiando la etapa metafórica del cineasta –que engloba las películas que van desde La caza, en 1966, hasta Mamá cumple cien años, en 1979–, comprobamos cómo ese proceso integra elementos íntimos que entrelazan su obra con su vida personal. De ahí que su musa pueda ser al mismo tiempo su pareja, esa mujer moderna que rompe con los convencionalismos, la “mujer ideal” que representa la actriz/compañera sentimental de Saura: Geraldine Chaplin.

Así definía él su colaboración con Chaplin en la entrega de la Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España a la actriz en octubre de 2006:

“Geraldine es muy importante en todas mis películas, porque en cierto modo me ayuda con su sola presencia a la realización. De hecho, he trabajado con ella (…) desde ‘Peppermint Frappé’ hasta ‘Cría cuervos’, con la única excepción de ‘La prima Angélica’ (…), pasé horas maravillosas con ella, (…). Me sorprendían sus conocimientos en tantas cosas: literarios, musicales, era una estupenda bailarina, una actriz estudiosa y dotada (…), fue para mí una ayuda determinante durante los años en que trabajamos juntos”.

En las películas del periodo que menciona Saura, Geraldine Chaplin interpreta diferentes personajes femeninos, marcados todos ellos por la dualidad.

En Elisa vida mía –su película más compleja por su concepción narrativa–, la protagonista y su padre, Luis, se reencuentran y conversan en busca del reconocimiento mutuo, desdoblándose con el objetivo de encontrarse en un punto medio. El film, que comienza con la voz del padre recitando un texto, se cierra con el mismo texto, con ligeras variaciones, pero de boca de Elisa. Así se percibe cómo un personaje se va impregnando de otro, sucediéndose progresivamente la confusión y la dualidad entre seres.

En Peppermint Frappé, un hombre, Julián, que se siente fuertemente atraído por una mujer moderna y sofisticada (Elena) que no puede tener, transforma a la mujer apocada que sí está enamorada de él (Ana) hasta hacerla parecer el objeto de su deseo. Ahí, Saura plantea la dualidad con dos mujeres diferentes para que, finalmente, confluyan en una sola.

Desde el cine de Saura se percibe que la búsqueda y encuentro del alma gemela es un proceso similar al de la creación artística. Y las dificultades que se pueden encontrar en ese proceso nos llevan a entender que siempre existen un comienzo y un final ineludibles.

Por ello, en su obra, las relaciones matrimoniales también tienen un comienzo y un final, y las dificultades se plantean como el enfrentamiento de dos mundos. Poco a poco se genera el conflicto y la crisis de la relación, como se aprecia en La madriguera, donde el marido –que ha elegido una casa de estilo brutalista– personifica la modernidad, y la mujer –que progresivamente redecora la casa con muebles antiguos–, el conservadurismo.

Además, como escisión de la mujer moderna y enfrentada a la convencional, aparece la mujer objeto. Así, en Stress es tres, tres la mujer protagonista se convierte en un elemento de consumo. Esto acaba provocando el enfrentamiento entre dos hombres que entienden que son los elegidos para dominarla y, en consecuencia, hacerla suya. Llegados a este punto, la mujer será el detonante para que aparezcan la violencia y el enfrentamiento entre los hombres.

En el cine sauriano el fracaso en las relaciones matrimoniales puede llevar a la muerte, como en Cría cuervos, o al suicidio, como en Ana y los lobos.

La mujer también es la clave para asentar el ente familiar, la generadora de vida. Saura dibuja todo tipo de madres, de la tierna y confortable de La prima Angélica, a la madre dominante de Ana y los lobos. Aunque, sin embargo, frente a la mujer convencional, la mujer moderna, “la ideal”, rechaza tener hijos.

En Carlos Saura, la creación artística, junto con el encuentro del alma gemela, supone un conocimiento de la mujer, un ser muy complejo con el que uno se puede impregnar y mimetizar.

QOSHE - Musa, pareja y alma gemela: la mujer en la obra de Saura - María Carmen Rodríguez Fuentes
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Musa, pareja y alma gemela: la mujer en la obra de Saura

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17.06.2024

En las películas del director de cine español Carlos Saura, la creación artística puede suponer un proceso de reencuentro entre almas gemelas. El hombre se encuentra en una continua búsqueda, y Saura traslada esta idea a su obra de una forma natural, donde la mujer, pero no cualquier mujer, puede ser esa alma gemela.

Estudiando la etapa metafórica del cineasta –que engloba las películas que van desde La caza, en 1966, hasta Mamá cumple cien años, en 1979–, comprobamos cómo ese proceso integra elementos íntimos que entrelazan su obra con su vida personal. De ahí que su musa pueda ser al mismo tiempo su pareja, esa mujer moderna que rompe con los convencionalismos, la “mujer ideal” que representa la actriz/compañera sentimental de Saura: Geraldine Chaplin.

Así definía él su colaboración con Chaplin en la entrega de la Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España a la actriz en octubre de 2006:

“Geraldine es muy importante en todas mis películas, porque en cierto modo me ayuda con su sola presencia a la realización.........

© The Conversation


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