Decepciones y fatigas. Episodio I, de II
IRREVERENTE
Les platico:
Las más recientes campañas políticas en México y EU se han ganado merced a estómagos, más que cerebros.
O como decía mi abuela la alcaldesa: “Por tripas, más que sesos”.
Trump lo hizo y si le falló su intento de reelección fue porque ante Biden, quiso mover más razonamientos, que sentimientos.
López Obrador es un “encantador” de emociones y fue él quien hizo ganar a su pupila Claudia Sheinbaum.
El problema es que la doctora da muestras de ser más racional que su PPP -papá político putativo- y los asesores que trae alrededor hacen mal en apartarla de la ruta de las emociones.
Cuando hablamos de sentimientos, sensaciones y vibraciones, apelamos a términos fácilmente materializables en lo colectivo.
Son individuales por definición, pero mutan fríamente y sin dolor hacia las masas.
Las emociones son dilaciones que se dan en nuestros propios comportamientos individuales.
Los “picos” emocionales de una persona se equalizan ante la presencia de otra, aunque también se exacerban.
Eso es lo que ha hecho AMLO durante seis años: exteriorizar sus sentimientos, ganando adeptos por un lado, y adversarios por el otro.
La división le ha sido favorable, por algo muy despiadado que voy a escribir en seguida.
¿Listos? Ahí va:
A la gente de los colectivos, le gusta que le digan mentiras
En lo individual busca verdades,........
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