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Petro: de Allende a Pinochet

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monday

Después de anunciada la victoria de José Antonio Kast, la mayoría de los mandatarios y líderes de la región reaccionaron con un tono diplomático; Gustavo Petro, en cambio, fue directo a la confrontación. No actuó como un jefe de Estado calmado, sino como un militante visceral que transforma todo en una épica de resistencia. El lector puede ver claramente el contraste: Gabriel Boric, presidente chileno saliente, fue mesurado al felicitar a Kast; Petro, por el contrario, explotó con una verborrea ideológica. Mientras Boric tendía puentes, el autoproclamado protector del universo parecía quemarlos sin pensarlo dos veces.

Y ese detalle no es menor. Boric se apegó al protocolo democrático al reconocer la victoria de un opositor ideológico; Petro —totalmente descompuesto— eligió la trinchera simbólica, con denuncias incendiarias y evocaciones al pasado. Reaccionó a la victoria de Kast con palabras que rebasaron cualquier diplomacia: “Jamás le daré la mano a un nazi”. Nada de felicitaciones formales; en cambio, advirtió sobre “vientos de la muerte” soplando desde el sur y el norte. Convirtió las elecciones chilenas en una alerta regional y, como siempre cuando algo no........

© Revista Semana