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«Sánchez Iznogud

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20.05.2024

Después de 35 libros publicados y cerca de setecientos artículos escritos, confieso que en este artículo voy a acometer una empresa ante la que ―por primera vez― me faltan las palabras, situado como estoy ante un muro de la impenetrabilidad del Muro de Juego de Tronos, ante unos taludes tan descomunales que hacen temblar mi pulso, delante de una Troya inexpugnable, ante la cual las palabras huyen como pájaros en estampida.

Se trata de que me he propuesto explicar lo que siento por Pedro Sánchez, al cual ya le he dedicado algunos artículos, pero sin traca final, sin toma de la Bastilla, sin paso rotundo del Rubicón monclovita, sin cruzar un Estrecho definitivo, con el añadido de que cada día que pasa ―casi cada minuto― siento más náuseas ante este personaje.

En mis primero tiempos de articulista, mis baterías semánticas se dirigieron con absoluta preferencia hacia Pablo Turrión, pues a este personaje se debe que me echara al monte de la defensa de la Patria, ya que, cuando le vi aparecer con su cara de palo y su puño en alto, me dije: «Guate, aquí hay tomate».

Neutralizado el Koletudo, sepultado suicidamente en sus tinajas imperiales, mis cargas de caballería se dirigen ya inconteniblemente hacia el petimetre de la Moncloa, ante cuya visión me descontrolo tanto, que «iré como un caballo loco», como dijo aquel.

En los primeros tiempos, mis artículos contra Sánchez tenían una carga como de colleja a un tipo simplote, inepto, esperpéntico; también tenían de fondo un amago de carcajada ante un arlequín, de ironía sardónica ante un empleado del Corte Inglés aspirante a patricio en la Moncloa…

Pero, amigos, aquel corderito blanco Norit se ha convertido en un chacal depredador, y lo que en él era ineptitud, trampeo de votos detrás de una cortina, fracasos cum laude en dos elecciones, ha pasado a ser una amenaza clarísima de dictador venezuelo: quien no dejaba de ser un pícaro más del socialismo patrio, se ha convertido en un personaje siniestro, malévolo, peligrosísimo, derivado de su absoluta falta de principios y valores.

¿Con qué palabras se le puede describir? Ya sé que hay adjetivos de sobra en........

© Periodista Digital


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