¿Dónde está Oscar Acuña, el hermano del líder de APP, que se encuentra prófugo desde hace casi dos semanas? ¿Qué ocurrió aquella tarde momentos antes de que la policía fuera a buscarlo? ¿Es verdad que le avisaron que iban a detenerlo? ¿Qué rol juega en este entramado César Acuña? Aquí la historia.

Martes. 18 de noviembre. Seis de la tarde. César Acuña estaba echado en el mueble que tiene en un rincón de su estudio, en su residencia de Trujillo. Estaba batallando con la lectura del último libro que había adquirido: “1000 frases célebres”. Sin embargo, frustrado porque la trama le parecía muy complicada, decidió dejar de leer y tomar una pequeña siesta. Estaba ya sumergiéndose en la bruma del sueño, cuando el celular empezó a sonar. Todavía confundido, se incorporó y contestó la llamada. Antes de que pudiera decir algo, una voz aguardentosa le habló y, de la forma más sucinta posible, le contó que la policía iba a capturar a su hermano en las próximas horas. “¿A cuál de mis hermanos?”, preguntó Acuña, consciente de que la honradez no es precisamente la característica más extendida en la familia. “A Osquitar”, le respondieron.

Seis de la tarde con diez minutos. Oscar Acuña acababa de llegar al local partidario de Alianza Para el Progreso. En su calidad de jefe político, había estado buena parte de la tarde reunido con un grupo de apepistas. Todos jóvenes, todos entusiastas y deseosos de seguir el legado del líder del partido, en particular, en lo que se refiere al legado económico. De golpe, el celular que había dejado sobre la mesa empezó a vibrar y Acuña giró su cabeza hacia ese zumbido metálico. Vio en la pantalla el nombre de su hermano y contestó.

—Aló, César.

—Osquitar, escúchame bien. Tengo algo urgente que........

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