La imbecilidad organizada
Si algo sobra en el país es odio. Eso y varios miles de venezolanos de mal vivir que han tomado el país por asalto, exacerbando las iras e intolerancias más primitivas. La furia se extiende hacia una presidenta banal e inoperativa que, con extraño entusiasmo, hace méritos por el título de la persona más odiada del país.
Antes de que llegaran los extranjeros, los peruanos nos robábamos educadamente entre nosotros. Lo hacíamos con la compostura que nos distingue desde que fuéramos capital del virreynato.
Alejandro Toledo Manrique, expresidente del Perú, fue uno de los últimos cleptómanos que elegimos como gobernante. Él supuso, según los cánones disfuncionales de nuestra tradición política, que el cargo incluía el derecho a coima, además de trago y putas.
Al momento de ser sentenciado a 20 años de cárcel, Toledo voltea la cara hacia el fiscal y le dice concha tu madre con la misma habitualidad de quien mete el auto en un cruce. El odio como acto silvestre.
Entre enajenados los discursos de odio brotan como hongos. Los temas que los motivan —raza, género, condición social e identidad sexual, principalmente—........
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