Ojos bien abiertos
El problema de la Justicia es que la queremos ciega; por eso le hemos puesto una venda sobre los ojos. No siempre fue así. Desde el inicio de los tiempos, las diosas de la Justicia eran esplendorosas: Maat de Egipto, Ishtar de Babilonia, Themis de Grecia y Iustitia de Roma. Guapísimas porque, para el imaginario de la antigüedad, la belleza era armonía, la armonía era paz y la paz era justicia. Esa transitividad hacia la justicia le otorgaba a la belleza garantía suficiente; no necesitaba nada más. En la antigüedad, colocar a la Justicia una venda habría sido redundante y, por tanto, inútil. Además, la venda era propia de Tique, la diosa de la Fortuna. Tampoco era necesario vestirla con una espada ni con una balanza. Fue Hans Giengen, encargado de adornar la fuente de la Justicia en Berna a mediados del siglo XVI, a quien se le ocurrió ponerle la venda sobre los ojos, quizá porque para entonces era necesario ratificar con símbolos lo que la Justicia estaba perdiendo.
Porque los símbolos son solo imágenes que pueden significar cualquier cosa, pero por convención les........
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