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La vida querida de Alice Munro

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19.07.2024

19/07/202418/07/2024 Detalle de la portada del libro Growing Up with Alice Munro, de Sheila Munro.

"Solemos decir que hay cosas que no se pueden perdonar, o que nunca podremos perdonarnos. Y sin embargo lo hacemos, lo hacemos a todas horas".

Mi vida querida, Alice Munro, 2012

El guion victoriano trasciende la época y la geografía del mundo angloparlante cuando de lo que hablamos es de confrontar a las mujeres con el raquítico dilema de elegir entre libros o hijos. La reescritura de ese guion, su subversión, ha sido objeto de reflexión y de meditación profunda. La escritora norteamericana Adrienne Rich contaba que la poesía era el único lugar en el que existía como ella misma, por ser el único en el que no era la madre de nadie. Decía Rich también que había llegado a la maternidad en cumplimiento de un mandato y que, cuando tras el nacimiento de su tercer hijo, decidió "darse a luz a sí misma" solicitando ser esterilizada, fue de inmediato patologizada. También lo decía Rich, que la cosa está montada de tal manera que el sufrimiento de las madres es una condición para la existencia del mundo. Renunciar a ese sufrimiento, renunciar a la maternidad, es una provocación, una invocación a la catástrofe.

Hay mujeres que han preferido contribuir al supuesto equilibrio del mundo a costa de su salud mental o, en el peor de los casos, de la de sus criaturas, sosteniendo una apariencia de armonía exterior a cambio de interiorizar desórdenes de la conciencia, de experimentar o infligir en su entorno daños graves y sufrimiento psíquico. Tras conocer el testimonio de Andrea Robin Skinner, es fácil tener la tentación de suponer que su madre, la escritora canadiense y premio Nobel de Literatura Alice Munro, pudo haberse encontrado entre ese último grupo de mujeres.

La hija menor de Munro ha explicado que el segundo marido de su madre, el inefable Gerald Fremlin, empezó a abusar sexualmente de ella a los nueve años de edad, que su padre Jim decidió ocultar lo sucedido y que su madre se puso del lado de su abusador hasta convertirse en cómplice. Miembros de las dos familias que rodean a Andrea Robin Skinner han ido dando estos días pasos para romper........

© Público


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