La Internacional Malmenorista
23/05/202422/05/2024 El líder de VOX, Santiago Abascal (c), y el fundador de VOX, José Antonio Ortega Lara (3i), a su llegada al acto ‘Viva 24’ de VOX, en el Palacio de Vistalegre, a 19 de mayo de 2024, en Madrid (España).- Carlos Luján / Europa Press
El pasado 1 de mayo, en el contexto de las acampadas por Palestina, un historiador de la Universidad de Yale llamado David Austin Walsh dejaba un comentario de decepción en sus redes sociales. Tenía intención de votar por Biden en noviembre, dice Walsh, entre otras cosas para mantener a Trump fuera de la Casa Blanca. Pero entonces llegaron las redadas policiales y las detenciones de profesores y estudiantes. El voto de Walsh ya no está tan claro. Edward Snowden difundió esta reflexión como un ejemplo de lo que podría ocurrir en las próximas elecciones presidenciales, pero también como una muestra del odio que desprendían las respuestas.
El asunto lleva ya varios meses encima de la mesa. Una encuesta difundida en enero por la Universidad de Suffolk revela que el Partido Demócrata está perdiendo el respaldo del votante joven. Otro sondeo más reciente de Gallup sitúa a Biden con unos índices de aprobación tan escuálidos que la reelección parece a estas alturas poco más que una quimera. Pese a las evidencias demoscópicas, la política exterior de Estados Unidos no ofrece ningún propósito de enmienda. El pasado martes, sin ir más lejos, el presidente reiteraba su cobertura a Netanyahu y repudiaba la orden de detención cursada por el fiscal del tribunal de La Haya.
Pero esto no es un texto sobre Biden ni sobre Palestina sino sobre la trampa dilemática que rige la política estadounidense y que contamina el debate electoral en medio mundo. La eclosión de las nuevas derechas populistas hace apenas una década generó una respuesta inmunitaria en algunas viejas formaciones liberales, que han........
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