Cuerno de rinoceronte
11/01/202410/01/2024 Pixabay.
En 1974, durante una disertación en el Instituto Tecnológico de California, el físico Richard Feynman manifestó su asombro ante la tozuda resistencia de los cultos mágicos y las pseudociencias. Existe una tradición centenaria, por ejemplo, que atribuye valores medicinales al cuerno de rinoceronte. No hay evidencia científica que sostenga semejante superchería, pero estos mamíferos de aspecto pesado y perezoso siguen padeciendo los estragos de la caza furtiva por culpa, entre otras cosas, de una leyenda sin fundamento. Parece que solo la extinción de la especie podría poner punto final a la escabechina.
En un momento feliz de la historia de las civilizaciones, dice Feynman, surgió un procedimiento que permitía descartar las teorías equivocadas, aquellas que habían sido puestas a prueba y se demostraban erróneas. ¿Quién querría tropezar dos veces en la misma piedra? Generaciones de mentes inquietas perfeccionaron el método, lo organizaron y lo ramificaron hasta consolidarlo en eso que hoy llamamos ciencia. Con la perspectiva que ofrece el tiempo, muchas veces nos preguntamos cómo pudimos haber aceptado hipótesis tan disparatadas y pócimas fabulosas que resultaban estériles e incluso contraproducentes.
Feynman explicaba que su mundo, el mundo de los años setenta, pertenecía solo en apariencia a la edad científica. De hecho, había conocido a innumerables personas que, tarde o temprano, se enzarzaban en apasionadas controversias sobre platillos volantes, astrología y otras formas de misticismo. Encontró a tanta gente instalada en creencias extraordinarias que se propuso investigar el porqué. Mera curiosidad........
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