Turismo espacial
16/09/202415/09/2024 Foto de archivo de
unos turistas en un Tuk Tuk en Madrid - EP
Hace unos días tuve que llevarme casi en volandas a mi novio a urgencias en un taxi. Mientras atravesábamos angustiados el centro de Madrid, nuestra marcha se ralentizó al coincidir con un tuk tuk, uno de esos vehículos para turistas que parecen duplicarse cada semana, y en cuyo interior una pareja atendía a medias las explicaciones del conductor-guía. De poco sirvió el apremio del taxista en unas calles en las que era imposible adelantar a esa especie de motocarro berlanguiano, que avanzaba perezoso para que aquellas personas pudieran sacar distraídamente fotos con el móvil.
Horas después, ya con mi novio enchufado a un gotero y medio dormido, me acordé de ese momento. De la manera en que la ciudad, como sin pretenderlo del todo, había favorecido con su disposición y ordenamiento el paseo de los turistas a la urgencia de sus habitantes. Ni el conductor ni los visitantes tenían la voluntad de retrasarnos ni sabrán jamás que lo hicieron; su sola presencia y la complicidad sutil del recorrido fue suficiente.
Me fui imposible no pensar, siguiendo el recorrido inverso del día, en que si hubiera necesitado ayuda para bajar a mi novio hasta la calle no la hubiera encontrado en el piso de enfrente, que desde hace tiempo es uno más de ese 93% de pisos turísticos de la capital que no cumplen con la ley. Ningún matrimonio alemán de sonrisa bonachona, ningún grupo de chicas estadounidenses sacadas de una peli de instituto, ninguna familia enrojecida por el sol aún impertinente de septiembre lo habitaba ese día.
Como vivimos bastante céntricos, para más inri el hospital que nos corresponde es la Fundación Jiménez Díaz, así que todo este tren de pensamiento lo estaba teniendo en mitad del gran buque insignia de la "colaboración público-privada" de la ciudad. Prácticamente a la vez, la empresa que lo gestiona –Quirón– estaba recibiendo 104 millones de euros de la Comunidad de Madrid, tiempo después de enterarnos de que es la principal fuente de ingresos de otro novio, el de Isabel Díaz Ayuso. Preferí dedicar el resto de las horas que allí pasamos a un simulador de Pac-Man que me descargué.
Algunos días después, con el susto ya fuera del cuerpo y la rutina desplegándose como una........
© Público
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