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Rabia de alquiler

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14.10.2024

14/10/202412/10/2024 Un hombre protesta con un cartel durante una manifestación por el Bono Joven de Alquiler, en la Puerta del Sol, en Madrid (España).- Matias Chiofalo / Europa Press

El propietario del primer piso compartido que habité no nos devolvió la fianza porque, según él, se encontró la puerta de la lavadora en el suelo cuando nos fuimos. Algunos años e inmuebles después, otro nos dijo que nos tapiaban tres ventanas (olvidó advertirnos de que era una posibilidad, porque eran ilegales, cuando nos lo mostró) y que, si no aceptábamos, a la calle. Hace menos tiempo, una encantadora anciana nos obligó a estar sin contrato porque, una vez hecha la mudanza, mintió asegurando que ese había sido siempre el acuerdo. En ningún caso pudimos hacer nada: ante la posibilidad de no tener dónde dormir el día siguiente, uno es capaz de transigir con su orgullo e incluso con su dignidad.

Es algo que saben muy bien los caseros de España. Y también quienes llevamos toda nuestra vida adulta encadenando habitaciones, mercadeando con colchones, decidiendo si es más llevadero no tener luz natural o que la cocina esté en un armario, y presentándonos a castings de inmobiliarias a las que después pagaremos el coste de un mes ficticio por escogernos. Lo hemos comprobado permitiendo que nos engañen y que nos exploten de maneras sorprendentes, en situaciones que, de ocurrir en otros ámbitos de la vida o del mercado (ya no sé si hay diferencias), serían un escándalo.

Existen pocas relaciones sociales con una desigualdad de poder más absoluta que la que se da entre arrendador y arrendatario. Ni siquiera a nuestros jefes les permitiríamos lo que hemos aguantado y seguimos obligados a aguantar a nuestros caseros. Y, de una manera macabra, no importa ni siquiera que el capital lo aportemos nosotros: vivimos supeditados a la persona que nos entrega un salario cada mes, y más supeditados todavía a la persona a la que entregamos un salario cada mes.

Las manifestaciones que ayer recorrieron Barcelona y Madrid (hay más convocadas en otras ciudades) y la........

© Público


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