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La experiencia francesa 

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18.07.2024

18/07/202417/07/2024 Paris tras las elecciones legislativas del 7J.- Europa Press

Las experiencias de la unidad, el programa y el apoyo social del Nuevo Frente Popular en Francia han traído numerosas enseñanzas. En primer lugar, haber sido capaces de articular una oferta política transformadora y creíble en un tiempo breve y ante el emplazamiento electoral anticipado del presidente Macron. Éste pretendía encajar la campaña electoral, en el marco de su creciente desprestigio, confirmado en las recientes elecciones europeas, solo entre las dos opciones fundamentales de las presidenciales: la ascendente y reaccionaria ultraderecha de Le Pen, y su regresivo proyecto neoliberal y su prepotente liderazgo de centro derecha; las izquierdas quedaban divididas y subordinadas.

La realidad es que, con la combinación de la unidad popular y la unidad republicana, se han conformado tres bloques parlamentarios similares pero con la victoria relativa del Nuevo Frente Popular (182 escaños), que expresa una demanda significativa de cambio progresista en la sociedad francesa. Además, en segundo lugar están las candidaturas presidencialistas (Ensamble-Juntos, 168 escaños, 102 del partido directo de Macron, Renacimiento); en tercer lugar la ultraderechista Reagrupamiento Nacional (143 escaños), y en cuarto lugar, la derecha tradicional de Los Republicanos (46 escaños), susceptible de alianza con el centrista Macron. Además, existen varios representantes no adscritos a esos grupos, de izquierda (13), derecha (14), centro (6) y regionalistas y otros (5).

El objetivo inicial de Macron al anticipar las elecciones parlamentarias, tras su gradual descrédito y su debacle en las europeas, era su refuerzo hegemonista frente a la reaccionaria Le Pen, dando por supuesto una posición subalterna de las fuerzas de izquierda, que creía en ese momento fragmentadas e impotentes para disputar la segunda vuelta. Su lógica era someterlas a la presión por la unidad republicana tradicional, como en las anteriores presidenciales, consistente en el apoyo de las izquierdas a las derechas -o el extremo centro- para frenar a las ultraderechas. Es decir, con una concepción instrumental de la unidad republicana en su beneficio como representación dominante y para legitimar su proyecto neoliberal.

El cordón sanitario, con predominio derechista, era defensivo pero no garantizaba una profundización democrática. Sin embargo, las candidaturas presidenciales solo consiguieron, en la primera vuelta, el 20,8% de sufragios, frente al 28% de Nuevo Frente Popular y el 33% de Reagrupamiento Nacional (con más de diez millones de votos).

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Esa maniobra hegemonista del Presidente, finalmente, se frustró por la unidad popular y la credibilidad de las izquierdas, que fueron capaces de recoger suficientes apoyos electorales en la primera vuelta para competir con los otros dos bloques. Así, se resituó el emplazamiento de la unidad republicana no solo para el objetivo compartido de vencer a la ultraderecha, sino para conseguir un reequilibrio más equitativo respecto de la representatividad de cada una de las corrientes republicanas, e iniciar un cambio político y........

© Público


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