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Huelga de alquileres: democracia, audacia y derechos

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15.10.2024

15/10/202415/10/2024 Imagen de la manifestación por el derecho a la vivienda del 13-O en Madrid. EUROPA PRESS/Jesús Hellín

El pasado domingo tuvo lugar la manifestación más masiva a favor del derecho a la vivienda desde que tengo uso de razón. Miles de personas, más de 150.000 según los organizadores, tomaron las calles de Madrid al son del tintineo de llaves en alto, cánticos sobre el derecho a techo, y reivindicaciones en contra de la especulación inmobiliaria. Organizaciones, sindicatos de vivienda y laborales, asociaciones de vecinas, personas de todas las edades con mayoría de entre 25 y 35 años, se movilizaron por el derecho a la vivienda y está vez, por fin, no nos conocíamos todas. Una marcha que desbordó lo previsto por los propios convocantes, quienes además tuvieron ocasión de expresar reivindicaciones diversas bajo un denominador común: la vivienda es derecho, no un negocio. Un evento de época.

Tras la marcha, como es de costumbre tras una manifestación dominguera, mucha gente se fue a tomar una caña y las conversaciones que se escuchaban en los aledaños de Gran Vía iban todos en la misma dirección; "lo de hoy ha sido histórico, no recuerdo ninguna otra mani así de vivienda", "ni las de V de Vivienda, ni las de la ILP", "lo peor que podría pasar ahora es que no pasara nada".

Sobre lo que debería suceder ahora es probable que se escriban decenas de artículos de opinión, aquí uno más, y se pronuncien todólogos de todo tipo en programas de televisión y radio apuntando soluciones mágicas con una máxima en común y es que todo esto se soluciona aumentando la oferta y, por ende, construyendo más. ¡Cómo si esa vieja receta de liberalizar más suelo y poner más ladrillos no nos hubiera estallado en la cara allá por el año 2008!

Recuerden que durante aquellos años en este país se construyeron más viviendas que en Francia y Alemania juntas y, lejos de bajar los precios, se inflaron tanto que al final la burbuja se pinchó, miles de constructoras quebraron, los bancos fueron rescataron y a muchas familias trabajadoras las desahuciaron. En definitiva, las expectativas y la avaricia especulativa se........

© Público


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