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Periodismo: Un oficio prohibido para los cínicos

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25.02.2024

Para ejercer el periodismo, ante todo y sobre todo, se debe ser una buena persona. Alguien que es capaz de ser empático con su generación, con su contexto, con su entorno inmediato. Un profesional que intenta, o por lo menos hace un esfuerzo único y más que en otras profesiones para construir valores en una sociedad, de alimentar la criticidad hacia el abuso de poder, de poner luz en las áreas grises de los negocios, de fiscalizar en nombre de los ciudadanos. De ser un contrapoder al poder. De rayar los límites, de frenar a los abusivos, a los autoritarios. A quienes hacen del poder público su patio trasero.

Parece una fábula o una inocentada. Pero no es así. Es un tema muy serio y que, a claras luces, escasea en demasía en nuestro medio. Lo que pasa es que la información, antes, su cualidad principal era su respaldo con la veracidad. El periodismo estaba enfocado, con sus fallas y virtudes, en buscar la verdad, en la individualización y, luego, informar a la gente acerca del tema en cuestión. Ahora es un gran negocio y, curiosamente, para desinformar. Un pecado original.

Por eso es tan fundamental volver a leer a uno de los periodistas más connotados y reconocidos del oficio, el polaco Ryszard Kapuscinski, quien en su época ya hablaba del cambio drástico del periodismo y de sus nuevos desafíos. Principalmente de uno: la asociación de un buen o mal nombre hacia un periodista. Hoy en dÍa que las RRSS son tan agresivas, la gente sabe quién es un periodista fiable y quién un simple verdulero de mercado.

El desafío se centra en que un periodista, a cabalidad, comprenda a los........

© Opinión


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