Los tortuosos caminos para financiar un negocio privado en Cuba
¿Cómo se financian las mipymes? ¿De dónde sale el dinero para establecer un negocio por cuenta propia o una cooperativa? ¿Quién invierte en proyectos de desarrollo local?
El financiamiento es uno de los pilares del emprendimiento. En Cuba, las fuentes son más escasas y de difícil acceso. Sin embargo, en medio de la peor crisis de las últimas décadas, los negocios privados se las arreglan para salir adelante. Con desigualdades, porque no todas las mipymes son importadoras, ni todos los privados compraron el carro del año que cuesta decenas o cientos de miles de dólares.
La mayoría de los negocios en Cuba son micro, pequeños y de subsistencia. Pensemos en las miles de cafeterías de barrio en los portales de las casas, en los vendedores ambulantes con licencia, en el zapatero remendón o en el plomero y el albañil que no tienen empleados, sino que trabajan para sí mismos y sus familias. Sin embargo, todos los emprendedores tienen algo en común: necesitan capital inicial para invertir. ¿De dónde lo sacan?
Debido a las pocas vías de financiamiento, los negocios cubanos invierten con capital propio. Actualmente, la depreciación del peso y la inflación imposibilitan el ahorro, pero este fue una fuente importante de inversión desde 2010 con la expansión del sector cuentapropista.
Con montos relativamente pequeños, un barbero privado alquiló un local estatal, compró una máquina de pelar y otros insumos como tijeras o cuchillas. Un porteador privado (un botero) solicitó su licencia de cuentapropista, compró el combustible de los primeros viajes y empezó a transportar personas por rutas fijas. Al cabo de meses, con el dinero que hicieron, el barbero pudo añadir otra silla al salón y contratar un segundo barbero como empleado, y el botero pudo comprar una pieza nueva para el carro. Así, poco a poco, crecen los negocios, en lo que se denomina “reproducción ampliada”.
Los emprendimientos consolidados lo tienen “más fácil”. Su principal forma de financiamiento es reinvertir las utilidades generadas para reponer, consolidar y expandir el negocio. En el caso de las mipymes, el 41 % ha nacido como una reconversión de un negocio que ya existía como cuentapropista o como cooperativa. Al ser emprendimientos establecidos, el financiamiento provino del patrimonio creado: dinero y equipos fueron traspasados del negocio de cuentapropia o cooperativa a la nueva empresa privada.
Las mipymes que surgieron desde cero (el 59 %) encontraron otras vías para invertir con recursos propios: cuando no alcanzaba el capital aportado por una sola persona, se unieron varios socios (dueños). Cada uno aportó dinero, local o maquinaria. Aparecieron así las mipymes familiares, donde todos los dueños son miembros de una misma familia, y las no familiares, donde los socios no comparten vínculo familiar.
Aunque no hay datos oficiales, una parte menor de los negocios particulares tiene dueños legales cubanos residentes en el exterior. Hasta 2024, una persona con residencia permanente en Cuba podía ser socia de una mipyme. Muchos cubanos residentes en Estados Unidos y otros países aprovecharon esta oportunidad: invirtieron dinero generado fuera del país en oportunidades dentro de la isla.
El financiamiento con recursos propios, especialmente al iniciar una empresa, contradice el principio de “invertir con capital de terceros”. Invertir con dinero prestado (por instituciones bancarias, por ejemplo) es más eficiente porque apalanca el negocio: permite crecer más rápido, aprovechar oportunidades y multiplicar las ganancias potenciales en relación con el capital propio.
Sin embargo, hacerlo con recursos propios es una fuente válida en un contexto financiero de pocas oportunidades. El problema grave es para quien no tiene ni propios ni ajenos: queda excluido.
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