¿Cultura de la violación?
En la declaración de Dominique Pélicot en el juicio por las violaciones de Mazan, me ha dejado perplejo su afirmación del martes 18 de septiembre, tal y como la recogen los titulares de la prensa escrita: “Soy un violador, como estos que están en la sala”. Y he recordado aquella frase que un día leí y se me quedó grabada: “si eres hombre formas parte de la cultura de la violación. Esto, por supuesto, no significa que seas un violador. Pero sí que mantienes las actitudes y los comportamientos que se conocen comúnmente como cultura de la violación”.
Suena feo, e incluso sexista, pero trato de imaginarme lo que es moverse por el mundo pensando que en cualquier momento puedes ser objeto de violencia. Más allá de la terminología, invito a no centrarse en las palabras que pueden ofender e ignorar el problema subyacente: las palabras cultura de la violación no son el problema. La realidad que describen es el problema. Los hombres son los principales agentes y defensores de la cultura de la violación. Por supuesto, la violación no sólo la cometen los hombres. Las mujeres no son las únicas víctimas –los hombres ejercen violencia sobre los hombres, las mujeres ejercen violencia sobre los hombres–, pero la razón por la que la violación es un problema de los hombres es que los hombres cometen la gran parte de la violencia denunciada.
La prevención de la violencia no consiste sólo en enseñar a las mujeres a no ser violadas, sino en impedir que los hombres violen. En lugar de centrarse en cómo las mujeres pueden evitar la violencia, o en cómo la cultura de la violación lleva a juicio a hombres inocentes, tal vez deberíamos pensar, como hombres, ¿cómo podemos asegurarnos de que no se produzcan violaciones? ¿Cómo eliminamos........
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