¡A Colombia se la robaron!
A Colombia no se la robaron de un solo golpe ni en una noche oscura. Se la fueron llevando poco a poco, a plena luz del día, con discursos grandilocuentes, promesas recicladas y sonrisas de campaña. Se la robaron mientras el país se acostumbraba a la indignación fugaz y al olvido rápido. Se la robaron porque durante demasiado tiempo la corrupción dejó de escandalizar y pasó a parecer parte del paisaje.
No se trata solo de dinero —aunque billones perdidos en contratos amañados, obras inconclusas y presupuestos inflados duelan—, sino de algo más profundo: la confianza. Cada escándalo, cada funcionario que se enriquece mientras jura servir al pueblo, le arranca a Colombia un pedazo de su fe en lo público. Y un país sin confianza es un país cansado, resignado, vulnerable.
La politiquería convirtió la democracia en un negocio. Gobernar dejó de ser un acto de servicio para........





















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