Crimen y castigo
De ida al colegio, sosteniendo una plantita sembrada en la base de una botella, mi hija de siete años observaba en silencio el paisaje urbano: montañas de basura en aceras y jardineras, focos de incendio en el Tunari y el horizonte sucio por el humo negro del tráiler que teníamos delante. “No es el apocalipsis, Martina, Cochabamba es así en septiembre”, le dije, mirándola por el retrovisor. Continuamos el trayecto escuchando en la radio a un diputado oficialista que, con tono paternal, le pedía a la población reflexionar sobre los chaqueos. Para dar esa declaración hay que ser cínico, pero también bastante cabrón, pensé, pero no se lo dije a la niña.
Ella recién comienza a tomar conciencia del país y sus circunstancias. En cambio, los adultos ya estamos (mal)acostumbrados a este tipo de paisajes y contextos. Sabemos que en estos meses ventosos los incendios feroces arrasarán con millones de hectáreas de bosques. Este acontecimiento ya forma parte del calendario nacional, como carnaval, Navidad o el año nuevo aymara. En Cochabamba, sabemos también que los vecinos de facto de K’ara K’ara tienen el hobby de bloquear el botadero municipal de un........
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