Los venezolanos nunca olvidarán a Zapatero
El ruso Isaiah Berlin se exilió cuando era niño, junto a su familia, de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticos a Gran Bretaña. En Oxford encontró el hogar que no pudo tener en su patria debido a la represión de los comunistas. Como también a Hayek, la atmósfera social y cultural inglesa le parecía la más proclive al liberalismo. En una ocasión viajó por enfermedad a México para disfrutar de su calor. Lo que no se esperaba era el ardor de los mexicanos, a los que respetaba pero temía. El fuego de sus miradas le impresionaron al punto de que no creía que allí pudiese prosperar nunca una democracia a la europea. Demasiada sangre azteca.
Unos años después fue el alemán Günter Grass el que recomendó a los iberoamericanos que siguiesen el ejemplo de la Cuba de Fidel Castro. Grass defendía para su país, entonces la República Federal de Alemania, una socialdemocracia al estilo de Willy Brandt. Pero, como en el caso del liberal Berlin, pensaba que las sutilezas y complejidades del sistema liberal, entre la separación de poderes y el cambio de gobierno sin sangre, no enraizarían fuera de la Europa que había parido a Locke, Montesquieu y Tocqueville.
Estamos........
© Libertad Digital
visit website