Se arraigaron las malas costumbres
Los colombianos nos hemos ido acostumbrando poco a poco a vivir en un país sin ley, sin valores y con una gran cantidad de derechos que el Estado nos otorga sin exigir de nosotros el cumplimiento de unos deberes. Reclamamos privilegios de la cuna a la tumba sin que mucho nos importe atropellar a los otros. "¿Hasta dónde llegan mis derechos y libertades? Hasta donde empiezan los de los demás", solía decirse hace unos años, ya no.
Nos acostumbramos a que a las hordas de asesinos se les perdona una y otra vez en nombre de la paz y bajo el falso cuento de que no se les puede derrotar con las armas de la República. La falacia de que son inexpugnables. Como resultado, tenemos un criminal en la presidencia cuando debería estar en una cárcel de por vida.
Nos acostumbramos a que delincuentes de la peor ralea caminen tranquilos por las calles en razón a una........
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