España, una apología sentimental
En el año 2011 Leonard Cohen recibió el Premio Príncipe de Asturias. En su discurso desveló que fue un español anónimo al que conoció, solitario, en un parque de Montreal, quien le enseñó a tocar los primeros acordes de guitarra. Ocurrió a principios de los sesenta. Apenas un puñado de clases que marcaron para siempre una biografía: "Todo lo que el mundo ha encontrado de bueno en mi música, viene de España; de hecho, mi música es realmente de España, yo sólo he puesto la firma". Así las cosas, y seguramente sin pretenderlo, el viejo Cohen recordaba, en un contexto solemne y repleto de autoridades, que a veces una nación desborda su propia arquitectura jurídico-administrativa y brota de una emoción profunda. Y puede ser hermoso. Porque, en el fondo, es esa emoción la que provee de energía vinculante. Porque fuimos, somos. Una trama de afectos une a los españoles en gracias y desgracias. Nos interpela y nos vincula emocionalmente ante un éxito deportivo o un atentado........
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