El cachondeo de los chularcas
Uno de los rasgos que nos caracterizan a los españoles del momento es que nos resulta indiferente ser mentidos, engañados, estafados, desigualados, defraudados, traicionados, burlados, envilecidos o lo que haga falta. Oscar Wilde se quejaba de la decadencia de la mentira en el arte y negaba que los políticos mintieran de verdad, que su tarea era sencillamente desfigurar los hechos de manera profesional. Pero aportó la esencia del auténtico mentiroso "con sus palabras sinceras y valientes, su magnífica irresponsabilidad, su desprecio natural y sano hacia toda prueba".
Tampoco advirtió que el auténtico mentiroso necesita dos caras como el antiguo dios Jano mirando hacia direcciones diferentes, la que verdaderamente busca y anhela y la que le sirve para engatusar al personal crédulo, ingenuo y sencillo. Decible de muchas maneras, Jano puede representar perfectamente al hipócrita, al que esconde las intenciones reales que mueven sus palabras y sus actos. Los españoles de ahora ya no nos escandalizamos de Jano alguno, sea persona, sea partido, secta, iglesia o lo que sea. Lo consideramos un elemento más de la vida contra lo que no puede lucharse, como la naturaleza de la realidad humana.
Lo que me extraña no es que estemos gobernados por una jauría de psicóticos hipócritas y mentirosos que dicen una cosa y la contraria al........
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