Un otoño para el patriarca
Existen días como el de hoy, de una tristeza otoñal tan añorada que en el fondo son felices. Días como de borrasca con nombre de presentadora del Tiempo, sólo que ahora, al parecer, tienen que ser bautizadas como si de mayores pudieran aspirar a presidir el PNV. Días que preludian precisamente eso: una regresión tradicionalista hacia la cueva del hogar y el calor de las chimeneas, donde reina el rigor de una vida ordenada en el aburrimiento de saber que allí afuera continuarán desatándose siempre las mismas lloviznas mediáticas que hacen de banda sonora de nuestra invariable decadencia. Son días de contrastes románticos y de contradicciones sentimentales porque demuestran, en el fondo, que nada sobrevive al tedio si se repite lo suficiente. Ni siquiera la desgracia.
Para mantenerla viva —la desgracia, digo— es fundamental ir permitiendo que cambie de........
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