Si descansas, pierdes
Yo solía creer que el verano era una época predilecta para la creatividad. Tenía sentido que así fuese, la verdad, por la misma razón por la que las mejores ideas llegan siempre cuando ya estamos metidos en la cama, una vez que hemos apagado la luz después de un día de intensa actividad cerebral infructuosa y de abrumadoras ganas inciertas de dejarlo todo para huir a Zihuatanejo. En mi caso, de alguna forma extraña, el calor sofocante que se acumula en la meseta frontal de mi cabeza en estos meses vacacionales solía hacerme exudar ideas con la misma fecundidad primorosa con la que el Barsa exuda delitos. Y era un método bastante orgánico, además, pues yo sólo tenía que ir secándolas de mi frente cuidadosamente con un paño muy blanco en el que se........
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