O memoria o amnistía
De los muchos peligros que acechan a los abuelos, el más aterrador de todos es sin duda el atolondramiento senil que vaticina un final difuminado, lento y cruel. Por eso a los abuelos que lo sufren, cuando comienzan a sufrirlo, hay que respetarlos y apoyarlos, pero alejarlos al mismo tiempo de cualquier cargo de responsabilidad. Yo llevo desde ayer sintiendo ganas de agarrar por la mano a esta España sanchista que se nos desorienta en mil contradicciones. Quiero posar mi brazo sobre su hombro y guiarla lentamente hacia un sofá mullido y cómodo, lejos de cámaras legislativas, de púlpitos y de micrófonos. Quiero ir a verla todas las tardes y acompañarla mientras me cuenta sus batallitas, aunque sea sólo para evitar que sienta la tentación de recrearlas en la calle. Y esperar después a que caiga la noche para aliñarle el vaso de leche con un furtivo lingotazo. Y dejarla dormir allí, plácida y caliente, desde hoy hasta el final de sus días, cuando por........
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