En un segundo, todo lo demás
Hubo un segundo en el España-Italia en el que pudo concentrarse el partido entero, la Eurocopa, el fútbol mismo y, si me apuras, nuestras vidas. No fue el segundo del gol, aunque de alguna forma sí. Fue el segundo anterior, ese instante en el que Calafiori, asomado al precipicio de su propia portería, movió instintivamente su rodilla izquierda y levantó ligeramente los brazos, iniciando un gesto que debía anunciarle al mundo que el peligro había sido conjurado, que la posición estaba ganada y que lo único que faltaba era seguir con la mirada la trayectoria del balón, ya inofensivo, hacia donde acaban las falsas promesas de gol. Como digo, fue un segundo solamente. Pero un segundo de los que explican que en un segundo cabe la eternidad. Poco tiempo antes........
© Libertad Digital
visit website