Doblar la vida y revivirla
Oí decir –aunque es posible que lo dijese yo; yo soy muy de recordar las tonterías que digo como si las dijesen otros– que los hijos te doblan la vida porque te hacen revivirla. Esto es algo que tendría sentido si no tuvieras que educarlos. Recuerdo preguntárselo a mi hermana, cuando sólo tenía dos de los cuatro vendavales de los que tiene que hacerse cargo ahora –un hijo debe ser algo parecido a poseer un universo, algo inabarcable y en constante movimiento, una masa incapaz de dejar de crecer, que se desparrama si tratas de acotarla y que está llamada a expandirse hacia cualquier parte; lo apunto ahora por si en unos años me da por recordarlo como si me lo hubiese dicho usted, que no sabe ni de lo que le estoy hablando–. Y lo recuerdo sobre todo porque la mirada que me echó haría hasta que Maduro abandonase acojonado Venezuela. Caí en la cuenta entonces de que a quienes doblan la vida los hijos no es a los padres sino a quienes moramos en sus aledaños. Así que fui corriendo........
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