Amor y Resistencia
En mi casa, como en tantas otras, tenemos una forma peculiar de conjurarnos en torno a aquel refrán que dice que "Dios aprieta, pero no ahoga", cuando de hecho la vida aprieta un poco pero no se acerca ni de lejos a esa cosa farragosa que es matar. Consiste en reunirnos para jugar a las cartas y dejar que ganen los de siempre —siempre ganan los de siempre en todas las familias— para que los que sólo sabemos perder podamos repetir aquello de que "desafortunados en el juego, afortunados en el amor"; que yo no sé qué figura angelical debe esperarme, pero con la cuenta de infortunio que llevo acumulando desde principios del 2000 dudo mucho que pueda permitírmela.
En cualquier caso, se trata de una resignación bonita que, si se ejecuta bien, instala en las cabezas de quienes la han practicado desde........
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