Ya sabíamos que nuestra ingenuidad no llegaba a los mínimos exigibles para creer lo que, a diario, vende el gobierno de la Nación. De ahí, las preocupaciones en el seno doméstico.

Pero, aún más preocupante es que no nos crean en el exterior, y mientras, que el presidente Sánchez siga su estéril gira mundial como apóstol de Palestina; tampoco en esa misión le creen, cosechando una ruidosa notoriedad contraria, además, a la mayoría de los países de la UE, a la que, de momento, seguimos perteneciendo.

En el interior, nos embarga el silencio de aquellas instituciones independientes, acreedoras del máximo respeto –Banco de España y Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIREF)–, en quienes habitualmente confiamos, refugiándonos ahora en FEDEA (Fundación de Estudios de Economía Aplicada), para disponer de información nacional creíble.

Este silencio se ha visto además suplido por la Comisión Europea (CE) y por el Fondo Monetario Internacional (FMI), ambos con reparos comunes que, sin ambages, calificaríamos por su desconfianza en las políticas y en las promesas del gobierno español, especialmente las referidas a la sostenibilidad de las pensiones –más que en duda–, y a la eficacia de la nueva Ley de Vivienda que, con gran probabilidad, conseguirá el efecto contrario al que pretende, como en tantos otros casos.

La Unión Europea, que por su parte compromete recursos para fines preestablecidos, está especialmente concernida por lo que ocurra en nuestro país, en cuanto que, de su eficacia, depende el resultado de las políticas europeas de sostenibilidad y resiliencia.

Por ello, su reparo no es meramente teórico, pues, mientras subsista, debería seguir bloqueado el acceso de España a los diez mil millones de euros pendientes de los fondos europeos. Y, tómese nota que, mientras exista suavidad y benevolencia en las exigencias por parte de la Comisión, no habrá enmienda por la parte española.

Ir siempre contra corriente, caso del presidente Sánchez, es una forma de perder credibilidad, más aún cuando la política disidente no alcanza los objetivos anunciados. Así, mientras la Unión Europea, tras el Covid y la guerra de Ucrania, disminuía un 35% el volumen de subvenciones, España elevaba las suyas un 20%; algo muy difícil de entender por los españoles, pero imposible de aceptar por la Comisión Europea.

La prodigalidad, aunque pretenda un rendimiento electoral en el despilfarro, nunca ha sido considerada una virtud, antes al contrario, leyes y costumbres apuntan históricamente que, al pródigo, debe incapacitársele para la administración de bienes y recursos por su falta de discernimiento entre lo que quiere y lo que debe de hacer en gestión política y económica.

Que como español es muy duro lo que acabo de decir es bien cierto y humilla a los españoles; pero no lo es menos que el corazón no debe falsear una realidad que conocemos con todo detalle.

La arbitrariedad del gobierno español, más las corruptelas de las instituciones cautivas del ejecutivo, dañan profundamente la racionalidad del propio sistema político-económico.

Asumir los reparos del FMI, de la CE, y de la propia FEDEA, aliviaría las incógnitas sobre nuestro maltrecho sistema.

QOSHE - Nada… que nadie nos cree - José T. Raga
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Nada… que nadie nos cree

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19.04.2024

Ya sabíamos que nuestra ingenuidad no llegaba a los mínimos exigibles para creer lo que, a diario, vende el gobierno de la Nación. De ahí, las preocupaciones en el seno doméstico.

Pero, aún más preocupante es que no nos crean en el exterior, y mientras, que el presidente Sánchez siga su estéril gira mundial como apóstol de Palestina; tampoco en esa misión le creen, cosechando una ruidosa notoriedad contraria, además, a la mayoría de los países de la UE, a la que, de momento, seguimos perteneciendo.

En el interior, nos embarga el silencio de aquellas instituciones independientes, acreedoras del máximo respeto –Banco de España y Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIREF)–, en quienes habitualmente confiamos, refugiándonos ahora en FEDEA (Fundación de Estudios de Economía........

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