Demasiado rápido
Noviembre, mes de los Fieles Difuntos, y ya brillan las lucecitas navideñas. Hace ya muchas semanas que las estanterías de los supermercados están repletas de turrones, y en los escaparates de las tiendas de ropa lucen ya los largos y elegantes vestidos de fiesta para la próxima Nochevieja. La urgencia del vendedor es tan razonable como la del comprador. Nada que objetar ahí. Pero el decorado no hace la fiesta. Y no hay fiesta aún, tan solo la memoria de los muertos, la lentísima llegada de los primeros fríos, y el tono oscurecido de la pleamar a media tarde, que el mar va mudando poco a poco su cara hasta diciembre, cuando se instala en la bahía la luz negra y el brillo acristalado en los rizos de las olas.
Los grupos de WhatsApp son hervideros de citas navideñas, calendarios en llamas, turnos y libranzas decembrinas, e invitaciones a fiestas de Fin de Año. Diciembre es mes de brindis, abrazos, y buenos deseos, pero noviembre, como todo el otoño, tiene........
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