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Blues para B.G.
Desde que Robert Johnson vendió su alma al demonio en un cruce de carreteras, el blues tiene algo de demoníaco. Pero éste quiere ser lo mejor intencionado posible por la ternura que inspira el personaje. El problema no es que B.G. tenga pocas luces, que a lo mejor no son tan escasas como a veces parecen. Ni que vaya de sobrada, que es muy probable que no sea más que consecuencia del inevitable contagio por pasar tantas horas junto a un tío tan engreído como su marido. Su tragedia es que está mal asesorada. Ya le dije un día que se llevara cuidado con la apropiación indebida. El tráfico de influencias y la corrupción en los negocios son delitos más etéreos, casi inaprensibles, algo gaseosos, que a menudo se escapan como........
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