Por qué no puede haber causas transversales
Da la impresión de que es imposible defender una causa común; la mayoría de las causas que teóricamente deberían ser transversales dejaron de serlo hace tiempo, si es que lo fueron alguna vez. La razón es simple: las causas no son lo que dicen ser. El enemigo del feminismo no es el machismo, como el enemigo del antifascismo no es el fascismo. En ambos casos el enemigo eres tú, lector. Sí, tú, no te hagas el sorprendido. No por machista o por fascista, que a estas alturas machistas y fascistas en España no hay tantos, y la mayoría están aplicando mano dura en redacciones de medios de izquierdas (un afectuoso recuerdo para Peio Riaño, allá donde esté), sino por opositor.
Quizá el lector conozca la falacia de la mota castral. Una mota castral es una construcción situada sobre un lugar elevado, fácilmente defendible, rodeada por terrenos a los que da protección, mucho más difíciles de defender (el castro). En la argumentación política, la mota es una posición lógica y de sentido común (por ejemplo, la igualdad de derechos entre hombres y mujeres), y el castro son las derivadas enloquecidas nacidas a partir de ella. Cuando alguien critica las segundas, los defensores corren a esconderse tras los muros de la primera. Así, por ejemplo, cuando alguien dice "veo francamente discutible que la legislación vigente contemple penas distintas para un mismo delito según el sexo del agresor", la respuesta automática e instantánea es "¿acaso estás en contra de la igualdad de derechos?". Y........
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